sábado, 14 de noviembre de 2015

13N

Sé que, hoy, precisamente hoy, mis palabras serán únicamente un leve y efímero murmullo que se perderá entre el verdadero estruendo que aturde a la raza humana. Pero, necesito sentarme, escribir, y que los pocos que me lean reflexionen y se unan a mi causa.
No soy más que una simple ciudadana, educada en la moral cristiana, y por tanto, en los valores que cualquier religión promueve. Aunque, no obstante, no pretendo alardear de mi ética, ni de mis valores, simplemente me pregunto dónde reside el germen que convierte a los humanos en máquinas de matar.
A veces pienso que el problema es el amor. Sí, llámenme entusiasta o romántica, pero creo que el mundo sería un lugar menos feo si a todas esas personas que hacen daño les quisieran de verdad. O si de pequeños les hubieran querido. Si les hubieran mimado y si, sobre todo, alguien les hubiera enseñado a amar. Amar no es fácil, aunque nos hagan creer que sí. Hace falta mucho valor, autoestima y un gran aprendizaje para poder amar. No todos tienen esa suerte...
Otras veces, sin embargo, me inclino a pensar que ese germen florece por lo "inevitable", por lo biológico. Por el carácter violento que reside en x persona, o por las enfermedades mentales. Por los psicópatas, los manipuladores y los ignorantes que no oponen resistencia a la manipulación. Por todo ese mogollón de genes que heredamos y que, sin más, nos forma y contribuye en gran parte en ser quienes somos.
Y luego pienso en el dinero. "Lo que menos vale en la vida es el dinero, Inés" - se escucha siempre en mi casa. El dinero, que nada vale, se cobra la vida, que lo es todo. Y lo permitimos. Permitimos ponerle precio a la vida. Permitimos que sea una moneda de cambio. Permitimos que se negocie con lo, posiblemente, más valioso que tenemos.
Y así ando, en busca de una causa que aún ni sé cuál es. En busca de ese germen que hoy nos consterna y araña el corazón a todos. Que a mí me consterna cada día, cuando pienso en todos los tipos de maltrato, en los ricos del mundo y sus pobres (sí, digo "sus"), en África, en Oriente (especialmente en un día como hoy Siria y el Libano) y (por hacer la lista finita), en Francia.
Así, volviendo al tema de mi infancia; un día mas doy gracias por saber amar. Gracias a los que me han enseñado a hacerlo. A los que me aman y me demuestran que en el mundo puede haber esperanza. Gracias a los muchos que saben vencer a su "predisposición natural" para hacer de ellos cada día una mejor persona. Y gracias a todos aquellos que llenan sus vidas con lo que el dinero nunca podrá comprar.
No soy nadie para dar consejos, pero creo que hoy es un buen día para amar. Para disfrutar de la vida, cuidarla, y enseñarles a los nuestros lo mejor de nosotros. Creemos esperanza.
Un abrazo infinito para todas las víctimas de este gran y a la vez pequeño germen, en especial, a los franceses.

martes, 16 de septiembre de 2014

Rumia y repasa

¡Zas! Un ruido y me sorprendo a mí misma rumiando las entrañas de lo que fue, de lo que no fue y de lo que pudo haber sido.
Y así paso las tardes de lluvia, las conversaciones insípidas con gente trivial, las notas de mi música; rumiando y repasando
 Oliendo aromas que ahora ambientan otras calles, otras gentes, otros cómos y porqués. Jugando a atrapar recuerdos que se visten de fantasma y me apuñalan cada suspiro. Aunque probablemente sea yo misma quien coja el arma blanca y me abra las heridas de ese amor prohibido, de ese dónde ya tan lejos, de ese qué inolvidable y de ese quién que ya nunca volverá. Heridas que nunca cicatrizan, o que, visto de otro modo, siempre mantengo frescas y vivas.
Frescas y vivas las cenizas de quién he sido, de los días que un día brillaban pero ya se han consumido. Como la cerilla que prendió mi mundo, como el Sol que me sonrió, como los pedazos de lo que un día fue mi realidad y que hoy flotan ahí, en mi mente, en mi alma, en ese extraño rincón de mi interior que tanto me gusta investigar, y observar, y cuidar. Y mimar. Y pensar.
Me gusta pensar los recuerdos, pensar mis sueños, mis lágrimas, mis pasos, mis experiencias, mis huellas, mi familia, mis amigos, mis chicos. Me gusta, me emociona, me divierte recrearme en el magnífico placer de saber quién soy y cómo he llegado a ser ésta que, un cotidiano martes 16 de septiembre (ya miércoles), decide confesar el miedo que le da que un día, cuando vaya a rumiar y a repasar, se le hayan gastado sus más bonitos y desgarradores recuerdos de tanto pensarlos.
Pues sin ellos, no soy nada.

Inés.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Fénix

La vida es ese autobús que pierdes, esa habitación sin salida de emergencia, la foto en la que sonríes y que ahora al mirar te hace llorar. Es arreglarte el pelo y que sin previo aviso, empiece a llover, o a veces, es salir sin ganas de ver a nadie y tropezar con gente que ni recordabas conocer. Es llamar a la tienda y que ya no queden tacones de tu talla, o que a esa chica tu vestido le siente mucho mejor.
La vida puede ser hasta un simple chicle de menta cuando la fresa ya no te sabe a nada, o incluso a veces la vida se concentra en una sonrisa que en pleno agosto te hace tiritar.
Se trata de desnudar con los que más quieres tu corazón, y de dejar que a veces tu corazón sea quien desnude al que más quieres.
Es esa pompa de jabón con la que todos hemos jugado a alcanzar de niños, pero que al final sin saber cómo, siempre hacemos desaparecer.
Son las conchas en una caja que nos recuerdan esas vacaciones en el mar, el murmullo del viento cuando los demás solo pueden escuchar ruido, el crujir de las hojas en otoño y las largas y frías noches del invierno sin ti. El olor a café de las mañanas y el dolor de las despedidas, el cruce de miradas entre dos extraños y el "qué bien te sienta ese corte de pelo" cotidiano.
La vida no es soñar con aquello que te hace más feliz.
La vida es hoy, con las lágrimas de cada noche cayendo sobre la almohada, los problemas golpeándote la cabeza y la gente dándote la espalda. La vida son esas cosas simples en las que nadie se fija, una sonrisa sincera, el lunar en el brazo de tu compañero de al lado o la hora a la que ayer se puso el Sol.
La vida es lo que es, y cada día me hace entender que las cosas que nos encogen el corazón y arañan el alma también deben formar parte de ella. Porque a todos nos gusta la magia, pero al fin y al cabo, no hay nada más bello y mágico que arder en llamas y acto seguido ser capaz de renacer con más fuerza aún de tus propias cenizas.
Eso... eso sin duda alguna es la vida.
Inés!

miércoles, 6 de junio de 2012

ENCUENTRA EL MENSAJE

Todas las ilusiones se me escapan como agua entre mis dedos.
El agua continúa nadando, siempre sigue el curso de su río.
Vuela al ras del suelo.
Otras veces, en cambio, nos ahoga con su lento caminar.
Y una lágrima cae en su inmenso océano. Parece tan efímera como el saludo de dos extraños, tan simple como un cruce de miradas, pero en realidad es tan intensa como la valentía para decir "adiós".
Adiós. Esa palabra destruye. Y <<la vida es construir, no destruir>>. Destruye cual guerra a un país todas tus sonrisas, lo único que le sirve de artimaña a Morfeo para hacerme soñar. Hace añicos cual porcelana estampada con furia todas esos ínfimos roces que, aún pequeños, incendian todas las hectáreas de mi corazón. Mata cual enfermedad a una familia cada recuerdo que tu dulzura ha grabado con fuego en mi alma. Recuerdos, para mí, únicos. Eclipsa cual luna al Sol ese Sol que con cada mirada, aunque no lo sepas, consigues bajarme del cielo y rendir a mis pies.
El río a veces descansa. Se detiene debajo de cada instante para que al asomarnos veamos reflejada en él la magia que nos embriaga cuando nuestras miradas se confiesan, se desnudan, se sinceran. Agua cristalina para que no se confunda el reflejo del rojo de nuestros corazones cuando oyen el latir del otro. El río marcha, y en el fondo de sus aguas guarda el reflejo de esos instantes en los que el uno con el otro hemos hecho historia. Se lleva en sus curvas el reflejo de la curva más bonita, que en mi rostro sólo reluce cuando tú eres su reflejo...
Capaces seríamos juntos de quemar el mundo entero con un sólo gesto. Creemos terremotos, pisemos fuerte y originemos huracanes. Acaríciame y formemos un tsunami. Que el río tiemble. Que se asuste y que no marche. Que no nos separe, que no te lleve con su corriente.
Ha comenzado a nadar de nuevo. El río tiene que seguir su camino, ya ha reflejado demasiados sueños que nunca serán más que eso. Y te lleva tras él. Cada día más agua nos separa, agua que en el/su fondo esconde nuestros días.
Ahí irán a parar todos esos besos imaginarios que no nos hemos dado. Al fondo del inmenso océano que atento nos vigila.
Rauda, veloz, el agua te arranca de mi a la velocidad de un haz de luz. Vuelve, te lo suplico, vuelve.
Detén el río, corre, salta, haz lo que sea, pero vuelve. Aunque qué tonterıa, los imposibles sí existen, y sé que no sabes nadar a contracorriente. <<Estaba claro que no podíamos ser agua>>.
Es una eternidad, un día puede ser una eternidad y unas horas se reducen a tres segundos.
Mueve las aguas en sentido contrario, te equivocas de puerto, el destino se equivoca de destino.
Es cierto que será un adiós para siempre?
No puedo creerlo de la misma forma que Egipto no puede ser sin sus pirámides, China sin su muralla, Francia sin su TorreEiffel y Roma sin su Coliseo, la luna sin sus estrellas y el cielo sin su Sol, la lluvia sin el arcoiris y el arcoiris sin color.
Oúnicamente lo creeré el día que se separe el infinito de la inmensidad, que se erradice el egoísmo y que se invente la receta para el olvido y la cura del amor.
Sí; -por si aún no han quedado claras mis palabras, la clara agua ha de partir de nuevo después del poco pero intenso tiempo que el destino nos ha permitido disfrutarla. El agua que es oportunidades, vida, se marcha y tú te vas con ella. Pero quiero que sepas que cada vez que oiga su centelleante susurro te recordaré. A ti y a cada instante que hemos compartido. Y sonreiré. Sea donde sea y esté donde esté tu recuerdo siempre me hará sonreír. La palabra adiós destruiría todo lo que hemos construido, así pues, deseo que sea un hasta luego. Y para terminar, aconsejarte que si quieres saber qué siento, no hace falta que me leas, recuerda cualquiera de las mil miradas que te he dedicado, y entenderás que dicen mucho más que cualquier "te quiero"-, TE VOY A ECHAR DE MENOS.
inés